La palabra "derecho" es polisémica,
puesto que existen muchísimas acepciones para este vocablo. Es más, el
Diccionario de la Real Academia de la Lengua recoge casi 30 definiciones de
este término. La problemática para ajustar una definición a la palabra
"derecho" radica en una serie de características que los alumnos de
Derecho estudian en asignaturas como Teoría o Filosofía del Derecho.
El "derecho" principalmente se reduce a
derecho objetivo, las normas y leyes; a derecho subjetivo, las facultades
jurídicas que tenemos, nuestros derechos; el derecho como valor, que responde
al ideal de la justicia y al derecho como ciencia.
La problemática a la hora de definir la palabra
"derecho" radica en su vaguedad (casi treinta definiciones), en su
ambigüedad (que se pueda entender de varias formas) y en la carga emotiva (los sentimientos que nos produce).
Cuando
utilizamos la palabra "derecho" como la expresión del encabezado y
título de esta entrada, nos estamos refiriendo al derecho como valor, como el
quebranto de la justicia y a esto, si le añadimos la carga emotiva del propio
vocablo, el rechazo es tan abrumador que únicamente te lleva por los caminos
del exilio del país, continente o planeta... o de buscar la autoeliminación de
ese sufrimiento, sin saber muy bien cómo, de ese dolor inútil que produce el
pensar sobre todas estas cosas que están ocurriendo en este país.
Esta
introducción no es simple nostalgia a las clases de Derecho Natural, allá por
el 2004, sino más bien por las tristes y pesimistas noticias que continuamente
se oyen, se leen y se ven en los medios de comunicación y es lo que me ha
impulsado a escribir otra vez, tras más de un mes y pico sin haberlo hecho. La
última noticia, y la percutora de esta entrada, ha sido la subida de las
pensiones.
Como decía
antes, la emotividad es tal que me produce un rechazo tan grande el poco cambio
habido en España este último año que no se puede decir más que:
· No hay derecho a que tengamos un sistema
nacional de pensiones tan injusto y que se tenga que pagar de forma solidaria.
·
No hay derecho a que las pensiones cotizadas
durante más de 35 años sólo se revaloricen un 1% (2% en el mejor (o peor, según
se mire) de los casos).
· No hay derecho a que con la cantidad de
impuestos que pagamos se hayan cargado el sistema sanitario.
· No hay derecho a que siendo todos españoles en
Murcia o Santiago de Compostela no me pueda ver un médico si no es de urgencia.
· No hay derecho a que a los trabajadores por
cuenta propia se les haya subido el tipo impositivo de un 15% a un 21%.
· No hay derecho a que tal y como está la
situación económica nacional se hayan incrementado los tipos impositivos de los
impuestos indirectos y de los directos.
· No hay derecho a que las Comunidades Autónomas
sigan siendo deficitarias, poco, no llega al 1%, pero al fin de cuentas gastan
más de lo que ingresan.
·
No hay derecho a que haya Comunidades Autónomas con
embajadas en el extranjero.
· No hay derecho a que haya dieciocho defensores
del pueblo, del menor... con sus respectivos asesores, secretarios
consejeros...
· No hay derecho a que partidos políticos y
sindicatos se financien con cargos a los presupuestos.
·
No hay derecho a que seamos uno de los países de
Europa con más número de políticos.
· No hay derecho a que un niño catalán tenga que
aprender otra historia, otra geografía, otras matemáticas que un niño manchego
o asturiano.
Y siguiendo con la educación...
· No hay derecho a que hayamos tenido tres leyes
orgánicas sobre educación y sigamos a la cola en todos los informes sobre
educación, como el informe Pisa.
· No hay derecho a que los estudiantes no se
conciencien de lo caro que es estudiar en la universidad.
· No hay derecho a que los estudiantes mal empleen
el dinero de la universidad pública y, sin causas justificadas, tarden
deliberadamente más de lo que les corresponde en terminar sus estudios.
Pero tampoco
hay derecho a otras muchas cosas como:
· Que se haya convocado dos huelgas generales
políticas en menos de un año y que no han servido más que para empeorar la
imagen de España al exterior.
·
No hay derecho a que haya españoles que no se
levanten de la cama por menos de 1.000€ a mes ya que cobran 800€ de paro.
· No hay derecho a que la mentalidad siga siendo
la de estar encadenado a una mesa y protestar por ello ¿cuánto más lógico sería
establecer el salario en función de la productividad del trabajador?
· No hay derecho a que el representante de los
empresarios sea un delincuente de guante blanco.
Y volviendo con los empresarios:
· No hay derecho a que a los creadores de empleo
se les trate como se les está tratando ahora; sin PYMES, sin El Corte Inglés,
sin INDITEX, sin Mercadona... el número de parados sería inmenso. Y, sin
embargo, el único reconocimiento que tienen son crueles caricaturas en zafias
series de televisión.
En fin, la
lista podría ser interminable pero me da la sensación de que los problemas de
la España del siglo XXI se podrían resumir en tres:
1.
Los partidos políticos.
2.
Los separatismos locales.
3.
La lucha de clases (que, aunque parezca mentira,
hoy en día cada vez se escucha más)
¡¡Qué tengan
todos unos buenos días de descanso!!